El artista sobre esta obra
La pintura retrata a una chica, de pie en medio de la húmeda estancia del baño, abrazando un pulpo empapado y frío en sus brazos. Encarna vívidamente el adagio, "El amor es ciego".
En la rutina de nuestras vidas diarias, el amor genuino a menudo puede parecer escaso. Se ve suplantado por el trivial interés propio y la exhibición rutinaria de orgullo personal. Sin embargo, su atractivo es tan potente que, a veces, estamos dispuestos a interpretar incluso las respuestas fisiológicas básicas como gestos de afecto. El pulpo, sin embargo, responde con nada más que simples reflejos musculares a la cálida caricia de la mujer, que ella, en su anhelo, malinterpreta como una pasión ferviente.
En la rutina de nuestras vidas diarias, el amor genuino a menudo puede parecer escaso. Se ve suplantado por el trivial interés propio y la exhibición rutinaria de orgullo personal. Sin embargo, su atractivo es tan potente que, a veces, estamos dispuestos a interpretar incluso las respuestas fisiológicas básicas como gestos de afecto. El pulpo, sin embargo, responde con nada más que simples reflejos musculares a la cálida caricia de la mujer, que ella, en su anhelo, malinterpreta como una pasión ferviente.