Blog de The Vilbil
CAVE CANEM y el auge del arte phygital
A primera vista, CAVE CANEM, del colectivo italiano NHOMM, parece un objeto tradicional. Está elaborado en resina y polímero: materiales sólidos y tangibles que lo sitúan firmemente en el mundo de la escultura. Uno podría imaginarlo sobre un pedestal en una galería, iluminado desde arriba, admirado por su forma.
Y, sin embargo, esta pieza no termina con su presencia física. Como gran parte del trabajo de NHOMM, CAVE CANEM tiene una segunda existencia: una digital. Al crear versiones de sus esculturas aseguradas mediante blockchain, NHOMM amplía su práctica hacia una nueva dimensión, donde el arte no solo se ve y se toca, sino que también se comercia, se colecciona y se experimenta en línea.
Esta identidad dual es lo que muchos llaman ahora arte phygital: un arte que habita simultáneamente los ámbitos material y digital.
Por qué importa lo phygital
El arte phygital es más que un añadido técnico. Señala un cambio en la manera en que artistas y públicos piensan sobre la presencia, la propiedad y el acceso.
Dos públicos, una obra.
La escultura física pertenece al visitante de la galería o al coleccionista privado. Su gemelo digital puede accederse globalmente, llegando a públicos que el objeto por sí solo nunca alcanzaría.
Nuevas capas de propiedad.
Los coleccionistas pueden poseer la pieza física, el NFT o ambos, creando una interacción entre la posesión tangible y la procedencia digital.
Durabilidad y visibilidad.
Un gemelo digital garantiza que incluso obras frágiles u ocultas sigan circulando e inspirando.
Continuidad cultural.
Al tender un puente entre objeto y token, el arte phygital sitúa el patrimonio dentro de la lógica del siglo XXI: arraigo material combinado con fluidez digital.
Del arte híbrido a los espacios híbridos
El arte phygital también desafía a museos y plataformas culturales. ¿Dónde deberían vivir estas obras? La escultura pertenece a la galería; su token pertenece a una billetera blockchain. Pero la experiencia de ambos —el diálogo entre ellos— necesita un escenario.
Ese escenario está surgiendo en forma de museos digitales. Proyectos como The Vilbil ofrecen espacios donde las obras phygital pueden ser encontradas en sus propios términos: no como reproducciones comprometidas, sino como híbridos integrados. Aquí, el público puede apreciar tanto la artesanía física como su extensión digital, lado a lado.
Y, sin embargo, esta pieza no termina con su presencia física. Como gran parte del trabajo de NHOMM, CAVE CANEM tiene una segunda existencia: una digital. Al crear versiones de sus esculturas aseguradas mediante blockchain, NHOMM amplía su práctica hacia una nueva dimensión, donde el arte no solo se ve y se toca, sino que también se comercia, se colecciona y se experimenta en línea.
Esta identidad dual es lo que muchos llaman ahora arte phygital: un arte que habita simultáneamente los ámbitos material y digital.
Por qué importa lo phygital
El arte phygital es más que un añadido técnico. Señala un cambio en la manera en que artistas y públicos piensan sobre la presencia, la propiedad y el acceso.
Dos públicos, una obra.
La escultura física pertenece al visitante de la galería o al coleccionista privado. Su gemelo digital puede accederse globalmente, llegando a públicos que el objeto por sí solo nunca alcanzaría.
Nuevas capas de propiedad.
Los coleccionistas pueden poseer la pieza física, el NFT o ambos, creando una interacción entre la posesión tangible y la procedencia digital.
Durabilidad y visibilidad.
Un gemelo digital garantiza que incluso obras frágiles u ocultas sigan circulando e inspirando.
Continuidad cultural.
Al tender un puente entre objeto y token, el arte phygital sitúa el patrimonio dentro de la lógica del siglo XXI: arraigo material combinado con fluidez digital.
Del arte híbrido a los espacios híbridos
El arte phygital también desafía a museos y plataformas culturales. ¿Dónde deberían vivir estas obras? La escultura pertenece a la galería; su token pertenece a una billetera blockchain. Pero la experiencia de ambos —el diálogo entre ellos— necesita un escenario.
Ese escenario está surgiendo en forma de museos digitales. Proyectos como The Vilbil ofrecen espacios donde las obras phygital pueden ser encontradas en sus propios términos: no como reproducciones comprometidas, sino como híbridos integrados. Aquí, el público puede apreciar tanto la artesanía física como su extensión digital, lado a lado.