Blog de The Vilbil

Arte nativo digital: donde convergen lenguaje, cultura y tecnología

30 June 2025, Alisa Rodriguez

A lo largo de la historia, los artistas han sabido aprovechar las tecnologías de su tiempo para transformar la manera en que el arte se crea y se experimenta. La invención de la pintura al óleo permitió a los maestros del Renacimiento alcanzar una profundidad y un realismo sin precedentes; la fotografía desafió las nociones tradicionales de representación en la era moderna; y el videoarte abrió nuevas dimensiones de tiempo y movimiento en el siglo XX. Hoy entramos en otro punto de inflexión: la era del arte nativo digital, obras que existen enteramente en espacios digitales y que están concebidas para ser creadas, compartidas y vividas a través del código, las pantallas y las redes, en lugar de como extensiones de medios físicos.

Lo que distingue al arte nativo digital

Lo que diferencia al arte nativo digital no es solo su medio: es una forma de pensar. Valora la interactividad, la inmaterialidad y el alcance global. Una figura destacada en este campo es el artista británico Robert Richardson, cuyo trabajo se mueve con fluidez entre texto e imagen, tradición e innovación.

Robert Richardson: de la poesía a los píxeles

Richardson comenzó su carrera artística como poeta, poeta concreto y editor de pequeñas publicaciones antes de pasar a instalaciones basadas en texto en la década de 1990. Hacia los años 2000, su enfoque se desplazó hacia la fotografía, lo que dio lugar a varias exposiciones individuales, entre ellas en el Museum of Classical Archaeology de la Universidad de Cambridge y en el Museu Municipal de Faro, Portugal.

En 2014, Richardson regresó al arte textual con realizaciones digitales que le valieron reconocimiento internacional, incluida una exposición individual en la galería de Eugen Gomringer en Alemania. Desde entonces, ha adoptado plenamente los medios digitales, produciendo obras abstractas y animaciones distribuidas tanto como impresiones de edición limitada como en forma de NFTs. Sus piezas han aparecido en colecciones del British Museum, el Victoria and Albert Museum e incluso en las brillantes pantallas de Times Square, Nueva York.

La capacidad de Richardson para reimaginar el texto —una vez estático en la página— como una experiencia dinámica basada en pantallas ejemplifica el giro nativo digital: un arte que no se limita a documentarse en línea, sino que se crea para y a través del espacio digital.

Por qué importa el arte nativo digital

El auge del arte nativo digital pone de relieve varias dinámicas culturales más amplias:
  • Preservación y transformación del patrimonio. Las herramientas digitales permiten a los artistas reinterpretar el lenguaje, la literatura y las formas culturales de un modo que las preserva y al mismo tiempo las reinventa para nuevos públicos.
  • Expansión del acceso. Obras expuestas en pantallas globales —desde estaciones de metro en São Paulo hasta Times Square— alcanzan audiencias que las galerías tradicionales no pueden.
  • Nuevos modelos de propiedad. A través de la blockchain y los NFTs, el arte nativo digital redefine lo que significa “poseer” una obra de arte, desvinculando el valor de la materialidad.
  • Interactividad como estándar. A diferencia de las pinturas estáticas, las obras nativas digitales suelen invitar al movimiento, la manipulación y la participación, convirtiendo a los públicos en co-creadores activos de significado.
Esto no es una tendencia marginal. Es un cambio cultural hacia un arte que refleja las realidades de un mundo digital primero.


The Vilbil y el horizonte nativo digital

Para los artistas nativos digitales, los museos tradicionales suelen ser un encaje imperfecto. Sus obras pierden parte de su esencia cuando se reducen a documentación o simulación. Lo que necesitan son espacios capaces de sostener su complejidad, su movimiento y su accesibilidad.

Ahí es donde entran en juego proyectos como The Vilbil. Como centro en línea para el arte y los artistas, The Vilbil ofrece un entorno natural para las obras nativas digitales: un lugar donde los visitantes pueden interactuar sin barreras tecnológicas y donde los artistas pueden conectar con audiencias globales en sus propios términos.

El recorrido de Robert Richardson muestra cómo las prácticas nativas digitales ya están configurando este panorama. El reto —y la oportunidad— para las instituciones culturales es crear plataformas que honren estas obras en su entorno nativo. El museo digital no es solo un nuevo contenedor; es un nuevo escenario cultural.

Y en este espacio, el arte nativo digital no es un elemento marginal. Es el acontecimiento principal.