Blog de The Vilbil
Robert Richardson: Una vida compuesta en lenguaje visual
Parte I de una serie en curso
Antes de que su obra apareciera en galerías digitales y exposiciones en línea, el recorrido creativo de Robert Richardson comenzó con la poesía, la tipografía y una profunda fascinación por la comunicación visual. En una conversación reciente, compartió las experiencias formativas que moldearon su identidad artística, revelando una práctica basada en la intuición, la historia del diseño y un compromiso de por vida con la percepción.
Tipografía y el despertar del pensamiento visual
“Me interesaba la poesía y la edición independiente,” recordó Richardson, describiendo sus veintitantos años en un condado cerca de Londres. Una amistad con Richard Kennedy —uno de los principales ilustradores de libros infantiles en Reino Unido, y quien en su juventud trabajó para Leonard y Virginia Woolf en la Hogarth Press— resultó transformadora. “Me dijo: ‘Lo que estás haciendo se llama tipografía… Deberías hacer un curso sobre ello.’”
Ese consejo llevó a Richardson a un programa de tres años en diseño de comunicación en un Politécnico de Londres. “Nos pedían producir trabajos en fotografía, en video, en presentaciones con diapositivas,” explicó. “Pero mi enfoque era especialmente el diseño gráfico y la tipografía.” Al ingresar como estudiante “semi-maduro” a los 25 años, un profesor le dijo: “Cuando termines este curso, no serás la misma persona que eras al principio.” Richardson no lo creyó en ese momento. “Pero tenía toda la razón.”
Caminos paralelos: enseñar y crear
Tras graduarse, Richardson completó un curso de formación docente a tiempo completo, primero enseñando en el sector de educación superior y luego uniéndose a la facultad de humanidades de una universidad. Allí dirigió un centro que ayudaba a los estudiantes a mejorar su redacción de ensayos —y además introdujo la comunicación visual para estudiantes no artísticos. “Podían, usando computadoras, tener un módulo donde se comunicaban no a través de palabras, sino mediante comunicación visual.”
Durante los años noventa, Richardson continuó exponiendo su obra. “Mis jefes eran muy comprensivos… No me decían: ‘No deberías perder el tiempo haciendo esto.’ De hecho, me animaban.” Sus instalaciones y piezas basadas en texto aparecieron en diversos espacios, incluyendo Visionfest en Liverpool, un festival de artes visuales donde expuso dos años consecutivos. “Liverpool es probablemente mi ciudad británica favorita después de Londres,” dijo. “Fue genial exponer allí.”
Una filosofía de intuición y percepción
El proceso creativo de Richardson es profundamente intuitivo. “Crear visualmente se trata de pequeñas decisiones… y hay tantas que nunca podrías repetirlas, lo cual me gusta.” Considera la imposibilidad de reproducir una obra como señal de inversión emocional y autenticidad.
También establece una distinción entre arte y ciencia, citando al filósofo francés Henri Bergson. “Su noción del arte era que hay un fuerte aspecto intuitivo… Eso es una de las grandes cosas que lo diferencia de la ciencia.”
Vector vs píxel: estética e intención
Aunque Richardson ha trabajado con software basado en vectores y píxeles, su preferencia está en el primero. “Al principio, era más software vectorial… Estoy muy influenciado por el constructivismo, especialmente la Bauhaus. Si hay algo en arte y diseño que me obsesiona, es la Bauhaus.”
También se inspira en el arte concreto, que define como “ideas que quieres expresar en términos visuales.” A diferencia del arte abstracto, que simplifica la realidad, el arte concreto parte del concepto. “Lo opuesto de abstracto es concreto… y sin embargo la obra se ve casi igual. Pero en realidad, la intención es diferente.”
La obra de Richardson también incorpora el minimalismo y formas orgánicas —su propio giro al constructivismo. “En lugar de usar círculos, a veces produzco formas distorsionadas o más orgánicas… Esa es, si se quiere, mi pequeña innovación.” Atribuye al diseñador francés Philippe Starck una influencia sutil: “Es muy orgánico… Tengo la sensación de que eso me influyó un poco.”
Esta es la primera entrega de una serie que explora la filosofía y práctica creativa de Robert Richardson.
Antes de que su obra apareciera en galerías digitales y exposiciones en línea, el recorrido creativo de Robert Richardson comenzó con la poesía, la tipografía y una profunda fascinación por la comunicación visual. En una conversación reciente, compartió las experiencias formativas que moldearon su identidad artística, revelando una práctica basada en la intuición, la historia del diseño y un compromiso de por vida con la percepción.
Tipografía y el despertar del pensamiento visual
“Me interesaba la poesía y la edición independiente,” recordó Richardson, describiendo sus veintitantos años en un condado cerca de Londres. Una amistad con Richard Kennedy —uno de los principales ilustradores de libros infantiles en Reino Unido, y quien en su juventud trabajó para Leonard y Virginia Woolf en la Hogarth Press— resultó transformadora. “Me dijo: ‘Lo que estás haciendo se llama tipografía… Deberías hacer un curso sobre ello.’”
Ese consejo llevó a Richardson a un programa de tres años en diseño de comunicación en un Politécnico de Londres. “Nos pedían producir trabajos en fotografía, en video, en presentaciones con diapositivas,” explicó. “Pero mi enfoque era especialmente el diseño gráfico y la tipografía.” Al ingresar como estudiante “semi-maduro” a los 25 años, un profesor le dijo: “Cuando termines este curso, no serás la misma persona que eras al principio.” Richardson no lo creyó en ese momento. “Pero tenía toda la razón.”
Caminos paralelos: enseñar y crear
Tras graduarse, Richardson completó un curso de formación docente a tiempo completo, primero enseñando en el sector de educación superior y luego uniéndose a la facultad de humanidades de una universidad. Allí dirigió un centro que ayudaba a los estudiantes a mejorar su redacción de ensayos —y además introdujo la comunicación visual para estudiantes no artísticos. “Podían, usando computadoras, tener un módulo donde se comunicaban no a través de palabras, sino mediante comunicación visual.”
Durante los años noventa, Richardson continuó exponiendo su obra. “Mis jefes eran muy comprensivos… No me decían: ‘No deberías perder el tiempo haciendo esto.’ De hecho, me animaban.” Sus instalaciones y piezas basadas en texto aparecieron en diversos espacios, incluyendo Visionfest en Liverpool, un festival de artes visuales donde expuso dos años consecutivos. “Liverpool es probablemente mi ciudad británica favorita después de Londres,” dijo. “Fue genial exponer allí.”
Una filosofía de intuición y percepción
El proceso creativo de Richardson es profundamente intuitivo. “Crear visualmente se trata de pequeñas decisiones… y hay tantas que nunca podrías repetirlas, lo cual me gusta.” Considera la imposibilidad de reproducir una obra como señal de inversión emocional y autenticidad.
También establece una distinción entre arte y ciencia, citando al filósofo francés Henri Bergson. “Su noción del arte era que hay un fuerte aspecto intuitivo… Eso es una de las grandes cosas que lo diferencia de la ciencia.”
Vector vs píxel: estética e intención
Aunque Richardson ha trabajado con software basado en vectores y píxeles, su preferencia está en el primero. “Al principio, era más software vectorial… Estoy muy influenciado por el constructivismo, especialmente la Bauhaus. Si hay algo en arte y diseño que me obsesiona, es la Bauhaus.”
También se inspira en el arte concreto, que define como “ideas que quieres expresar en términos visuales.” A diferencia del arte abstracto, que simplifica la realidad, el arte concreto parte del concepto. “Lo opuesto de abstracto es concreto… y sin embargo la obra se ve casi igual. Pero en realidad, la intención es diferente.”
La obra de Richardson también incorpora el minimalismo y formas orgánicas —su propio giro al constructivismo. “En lugar de usar círculos, a veces produzco formas distorsionadas o más orgánicas… Esa es, si se quiere, mi pequeña innovación.” Atribuye al diseñador francés Philippe Starck una influencia sutil: “Es muy orgánico… Tengo la sensación de que eso me influyó un poco.”
Esta es la primera entrega de una serie que explora la filosofía y práctica creativa de Robert Richardson.