El artista sobre esta obra
En el retrato, vemos a Roman Astashkin, cuya mirada penetra con profundidad y una emotividad oculta. Sus ojos reflejan la contemplación sobre los cambios venideros en la vida, asociados con la mudanza del pueblo natal a la ciudad. Su rostro refleja un carácter complejo, albergando palabras no dichas e historias no contadas que llevó a lo largo de su vida, permaneciendo fiel al pueblo.
Este retrato podría servir como una crónica del fin de una era para el pueblo de Olshanka y el comienzo de un nuevo capítulo para Roman, simbolizando una partida de las viejas tradiciones en busca de nuevas oportunidades.
Este retrato podría servir como una crónica del fin de una era para el pueblo de Olshanka y el comienzo de un nuevo capítulo para Roman, simbolizando una partida de las viejas tradiciones en busca de nuevas oportunidades.